En su incomparable gracia el Señor me regaló a una hermosa mujer. La conocí cuando por primera vez abrí los ojos, de eso hace muchísimos años, me refiero a mi madre.
La recuerdo cantando a toda hora y aunque a veces cambiaba la letra de las canciones, su alegre espontaneidad producía en el ambiente un cálido y acogedor efecto.
Genoveva, así se llamó quien por nueve meses me llevó en su vientre y supo guiarme por sendas de fe.
Un día como hoy hace 23 años la muerte la sorprendió y con esta rosa blanca y este escrito, su hija honra su condición de mujer sabia.
Estás en mi corazón mamá.
