"Saulo, respirando aún amenazas y muerte contra los discípulos del Señor, vino al sumo sacerdote,▪ y le pidió cartas para las sinagogas de Damasco, a fin de que si hallase algunos hombres o mujeres de este Camino, los trajese presos a Jerusalén"
♥
Saulo nunca imaginó que su viaje sería divinamente interrumpido:
En Damasco, se encuentra con Ananías, un hombre piadoso conforme a la ley y enviado por Cristo para sanarlo.
Ananías cumple la petición del Señor y al recuperar la vista inmediatamente se bautiza.
Ananías le dijo a Pablo:
Hechos 22:14-15 "El Dios de nuestros padres te ha designado de antemano para que conozcas su voluntad y veas al justo, y oigas la voz de su boca. ▪ Porque serás su testigo ante todos los hombres de lo que has visto y oído"
De ahí en adelante inicia en la vida de Pablo una trayectoria de entrega a su Salvador.
Pablo mismo testificó sobre la causa de su compromiso y arduo trabajo por el evangelio:
2 Corintios 5:14-15 "Porque el amor de Cristo nos constriñe, pensando esto: que si uno murió por todos, luego todos murieron;▪ y por todos murió, para que los que viven, ya no vivan para sí, sino para aquel que murió y resucitó por ellos"
Siendo dominado por el amor de Cristo, Pablo nos dibuja como luce una vida entregada a la causa de aquel que murió en la cruz por el perdón de nuestros pecados.
La experiencia de salvación que tuvo, y el ser objeto del amor y la gracia del Hijo de Dios, fueron el motor de su entrega absoluta, tal y cual lo escribió a los gálatas:
Gálatas 2:20 "Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, más vive Cristo en mí; y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí"
La historia nos cuenta que el apóstol murió al ser ejecutado en medio de la persecución del emperador Nerón contra la iglesia. No obstante, su actitud de servicio aún sirve de estímulo y exhortación para los cristianos de todas las épocas.
La extraordinaria vida de este servidor de Dios, sus constantes padecimientos y su resolución a morir por proclamar a Cristo, fueron muestra del amor que profesó a su Señor.
Al igual que Pablo, tú y yo, podemos entregar nuestras vidas a Jesús y ver cuán maravillosa puede ser su gracia y bondad al usarnos como instrumentos para predicar el evangelio a otras personas.
¡Anímate...! ¡Este es el momento justo...!
No hay comentarios:
Publicar un comentario