Cierto día el ricachón Anacleto decidió mostrarle a su hijo como vivía la gente pobre y lo llevó donde una familia campesina.
Al regresar le preguntó:
¿Qué te pareció la miseria en la que vive esa gente?
El pequeño respondió:
¿De qué me hablas papá?
"Ellos tienen tiempo para sentarse a conversar con sus hijos, tú y mamá trabajan a toda hora y casi nunca los veo. Gracias por mostrarme la verdadera riqueza"
♥
El patrimonio obtenido con integridad es una bendición que el Señor obsequia a las personas.
La palabra lo dice:
Eclesiastés 5:19 "Además, a quien Dios le concede abundancia y riquezas, también le concede comer de ellas, y tomar su parte y disfrutar de sus afanes, pues esto es don de Dios"
El problema radica en apegarse a lo material, porque la opulencia puede llevarnos a quitarle el primer lugar al Rey de Reyes.
No nos afanemos por ser pudientes, ni nos abandonemos a la pobreza, busquemos un punto medio y sobre todo tengamos presente que se es verdaderamente rico cuando se tiene a Dios en el corazón.
Proverbios 30:8b "no me des pobreza ni riquezas, sino solo el pan de cada día"

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