"Más el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, ▪ mansedumbre, templanza; contra tales cosas no hay ley"
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A muchos se les hace fácil hablar para ofender, pareciera que sienten placer insultando a los demás.
Callar ante un ataque verbal, no cualquiera lo logra, se debe tener mucha capacidad de aguante. Pero así como hay personas que se alteran por cualquier tontería hay otras que soportan en silencio situaciones desagradables sin recurrir a la violencia.
Proverbios 14:29 "El que tarda en airarse es grande de entendimiento; más el que es impaciente de espíritu enaltece la necedad"
Cristo al difundir su obra redentora, usó palabras amables pero muy convincentes.
Llamó al pan, pan y al vino, vino sin rodeos y con sencillez.
Supo mantenerse callado contra las infamias, las calumnias, las falsas acusaciones, las injusticias y los atropellos. Él sabía que era inútil hablar a personas de antemano predispuestas. Su silencio desconcertó a sus mismos enemigos, ya que enmudecido llevó el peso de la cruz.
Aprendamos del Salvador y callemos cuando debamos callar.
Mi madre decía: "hablen con acierto y muérdanse la lengua para no decir algo de lo que después puedan arrepentirse. Siempre les digo lo mismo, si hablar es plata, callar es oro"
Que gran verdad, ella siempre hizo juicios sabios.
¡Pasar por alto una humillación es poseer el fruto del Espíritu y ejercitar el autocontrol es fortalecer nuestras convicciones personales, morales y espirituales...!
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Pidamos al Señor, nos conceda la gracia de callar ante los oprobios, las injurias, los insultos y ante todo aquel que nos ofende, atentando contra nuestra dignidad y credibilidad.

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