Hay momentos en lo que todo parece estar en nuestra contra, momentos en los que al orar creemos que Dios no nos escucha y es ahí donde la tristeza nos opaca la vista. Sin embargo, en medio del desaliento nos aferramos a lo único que nos mantiene en pie, un hilo delgado que no queremos soltar, llamado esperanza.
¿Alguna vez te has sentido así?
Los discípulos no sabían si ceer había valido la pena. Tenían dudas y mucha confusión. Pero el cielo ya estaba preparando el milagro más grande de todos los tiempos, porque aunque los hombres no lo sabían, Dios estaba cumpliendo lo prometido.
Lucas 24:11-12 "El relato de las mujeres les pareció a los apóstoles una locura, así que no les creyeron; ▪︎ pero Pedro se fue corriendo al sepulcro y, cuando miró hacia dentro y vio los lienzos allí dejados, volvió a su casa pasmado de lo que había sucedido"
Este versículo describe la falta de credibilidad que ellos tuvieron al escuchar la noticia de la resurrección de Jesús.
Recordemos que la fe también se nutre del silencio.
Te aconsejo no soltar el cordel del optimismo porque él sabe quedarse cuando muchos se van y quien espera en él, nunca será defraudado.
Miqueas 7:7 "Yo, por mi parte, pondré la mirada en el Señor, y esperaré en el Dios de mi salvación. ¡Mi Dios habrá de escucharme!"
Ora conmigo:
Señor, gracias por recordarme que en los días de aparente silencio, tú estás obrando. Necesito aprender a esperar sin desesperarme, a confiar, a no perder la fe como le pasa a muchos y a quedarme contigo, incluso, cuando todo parece perdido. En el nombre de tu Hijo. Amén.

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