Leamos:
Juan 13:1 "Antes de la fiesta de la pascua, Jesús sabía que su hora había llegado para pasar de este mundo y volver al Padre. A los suyos que estaban en el mundo los había amado siempre, y los amó hasta el fin"
Se acercan los días más intensos para el Mesías, no porque grandes multitudes lo seguían, tampoco por los milagros realizados, sino porque él se arrodilla ante sus discípulos y lava sus pies, incluyendo los del falso, Judas Iscariote.
El Hijo de Dios, nos da una lección porque eso es lo que hace el amor verdadero.
Esa noche el Maestro parte el pan, anuncia la traición y ora con un dolor que anticipa la cruz.
Escrito está:
Juan 13:26b-27 "Enseguida, Jesús mojó el pan y se lo dio a Judas Iscariote, hijo de Simón. ▪︎ Después del bocado, Satanás entró en él. Entonces Jesús le dijo: "Lo que vas a hacer, hazlo pronto"
Aún así, permanece con ellos, porque su amor no es un amor a medias, no es un amor condicionado. Su amor es eterno.
¿Y tú?
¿Amas hasta que te decepcionan? o ¿Hasta que te hieren?
Hoy su sacrificio nos recuerda que amar no es solo sentir, sino actuar. Amar es perdonar, servir, ayudar al que no lo merece, aún sabiendo que podemos ser traicionados.
Él no solo nos mostró el camino, lo recorrió y lo hizo con una ternura que atraviesa los siglos y toca los corazones más contaminados.
Ora conmigo:
Señor, gracias por amarnos con ese amor que no retrocede, que no negocia, que no se rinde. Hazme humilde, sensible y valiente para amar como tú. Límpiame por dentro y enséñame a estar al servicio de los demás, sin esperar aplausos ni recompensas, que nunca se me olvide que tú, el Rey de Reyes y Señor de Señores tomaste una toalla para lavar los pies de tus discípulos. Hazme recordar que el verdadero amor no se queda en palabras. No solo quiero amarte, también quiero vivir como tú viviste: con amor hasta el final.
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