Hay infinidad de personas que no creen en nada, desconfían de todo, incluso de Dios.
Para muchos es natural decir que han logrado triunfar por su autosuficiencia, pero así no lo reconozcan esas son bendiciones que el Señor nos concede y se vuelven efímeras cuando la arrogancia se pone por encima de él.
Hace pocos días tuve la suerte de conversar con una gran amiga a quien personalmente tengo años que no veo, fue por casualidad y a través de una de las redes sociales más famosas que existen en la actualidad, me alegré muchísimo de verla a través de la pantalla del celular, estoy segura que ella también.
Recuerdo que me preguntó:
- ¿Cómo te va...? ¡Cuéntame...!
Le relaté con lujo de detalles lo feliz que me siento desde que decidí acercarme a Jesús y conocerlo a través de su Palabra.
Inmediatamente ella interrumpió mi charla y en tono burlón me dijo:
– "Yo no necesito nada de eso, por lo que veo a ti te atrapó la vejez. Tengo dinero suficiente, me doy los gustos que quiera y lo que disfruto me lo gané sin ayuda de nadie".
Sus palabras fueron muy fuertes, nos despedimos y le pedi a Dios compasión por su vida.
1 Timoteo 6:10 "porque la raíz de todos los males es el amor al dinero, el cual algunos, por codiciarlo, se extraviaron de la fe y acabaron por experimentar muchos dolores."
No hace mucho me enteré no tiene fuente de ingresos y lo más triste es que está enferma y sola.
A diario pido por su salud, también imploro para que el Padre quebrante su corazón en actitud de arrepentimiento y aunque estoy consciente de que el incrédulo se niega a pedir auxilio, se que para él nada es imposible.
¡Acércate a Cristo...! ¡Solo él puede aliviar tus penas y darle sentido a tu vida...!
¡Nadie más...!
Ora conmigo:
Mi Rey de Reyes, reconozco que todo lo que tengo te lo debo a ti y hoy al igual que todos los días, agradezco cada una de tus bendiciones. En el nombre de tu Hijo. Amén.

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