Quizás alguna vez confiastes en alguien que te dijo: “Estaré contigo en las buenas y en las malas”, y esa persona te falló. Te entiendo si te sentiste frustrado, pero no por eso debes perder la esperanza cuando las circunstancias te golpean.
Entiende que el único que no falla, es Dios. Su fidelidad no depende de nuestros méritos ni de las situaciones que nos dejan sin aliento. Su amor y sus promesas son inquebrantables. Cuando él promete algo, lo cumple, aunque no siempre en el tiempo o de la forma que esperamos. Sus planes son perfectos, pero es necesario entender que todo sucede según su decisión.
Mantén la fe, incluso cuando las puertas se cierran o cuando el camino se vuelve tenebroso, entiende que él permite los tropiezos para fortalecerte y enseñarte a depender solo de él.
Hebreos 10:23 "Mantengamos firme la esperanza que profesamos, porque fiel es el que hizo la promesa"
¿Te das cuenta?
Nuestra confianza debe estar puesta en la fidelidad de aquel que nunca miente, nunca abandona y siempre cumple.
Ya lo sabes, no importa cuán grande sea la prueba, agárrate de su mano porque su Palabra no tiene fecha de caducidad. Si dijo que te proveerá, lo hará. Si te prometió paz, tu alma la sentirá y si él tiene un propósito contigo, eso no cambiará.
Ora conmigo:
Gracias, Señor, porque en ti puedo descansar, con la certeza de que tu fidelidad me sostiene. En el nombre poderoso de tu Hijo. Amén.
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