Pensar que nuestras luchas, nuestras caídas e incluso nuestras buenas acciones quedan en el olvido es un error, porque Dios todo lo ve. Él no está ausente, distraído, ni lejos. Está en su trono pero atento y muy cerca.
Escrito está:
Salmos 11:4 "El Señor está en su santo templo; el Señor tiene su trono en el cielo; él ve y examina a todos los seres humanos"
Para algunos esto puede sonar como una advertencia, pero para los que lo conocemos como Padre, ¡es una promesa que da paz!.
Él te entiende cuando nadie más lo hace. Te ve cuando te esfuerzas y no obtienes el reconocimiento esperado. También cuando lloras en silencio, cuando luchas con pensamientos que nadie más conoce, cuando te levantas después de tropezar y cuando elijes actuar según sus preceptos.
¿Y sabes qué? También te ve cuando te equivocas. Cuando te alejas. Cuando te llenas de orgullo. Cuando pierdes el control. Pero aun así, te sigue mirando con amor. Él no es un juez implacable, sino un Padre tierno que desea restaurar, corregir y levantar.
Ora conmigo:
Señor, me agrada saber que no estoy sola, que tus ojos están puestos en mí, no con condena, sino con ternura. Que esta verdad me acompañe hoy y cada día de mi vida. En el nombre de tu Hijo. Amén.

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