Después de cometer infinidad de errores, de no cumplir lo que prometimos o de habernos alejado de Cristo, llegan esos días en los que el alma se siente rota, días en los que uno no se siente digno ni de pronunciar su santo nombre.
Pero él siempre se presenta como un bálsamo sanador y nos dice:
Isaías 54:10a "Aunque se muevan los montes y tiemblen las colinas, mi amor por ti seguirá firme y mi pacto de paz no tambaleará".
¿Puedes imaginarlo? Aunque todo cambie, su amor se mantiene seguro, sólido y fuerte. ¡Que maravilla...!
Fíjate en lo que te voy a decir, la cultura que nos arropa está condicionada, todo es un interés. Si hacemos las cosas bien, nos quieren, pero si fallamos nos dan la espalda y el amor de Dios no funciona así. Él no está contigo porque seas perfecto; ni por predilección. Él está contigo porque te ama de manera insuperable.
No olvides que su pacto es eterno, que su gracia no está en juego y que su fidelidad no se cancela por tu debilidad. Su amor no es tenue como el nuestro. Su amor es constante, firme, y eterno.
Si hay algo que necesitas recuperar, es la certeza de que Dios no ha dejado de amarte, ni por un instante.
Ora conmigo:
Señor, necesito de tu amor más que el aire que respiro. En el nombre de tu Hijo. Amén.
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