Los sabios no buscaron a Jesús por curiosidad, lo hicieron porque el corazón de cada uno de ellos reconoció que había llegado el Salvador y lo buscaron con esmero, no con prisa ni “cuando tuvieron tiempo”. Ellos preguntaron y siguieron adelante incluso, cuando no sabían exactamente hacia dónde debían ir.
Leamos:
Mateo 2:1-2 "Jesús nació en Belén de Judea en los tiempos del rey Herodes. En aquel tiempo, unos sabios que venían desde el oriente llegaron a Jerusalén ▪︎ y preguntaron: «¿Dónde está el rey de los judíos, que ha nacido? Porque hemos visto su estrella en el oriente, y venimos a adorarlo"
Y es aquí donde debemos reflexionar un poco, porque hoy en día en medio del ruido de las exigencias diarias, él sigue siendo el tesoro más valioso que podemos encontrar. Pero muchas veces intentamos localizarlo sin buscarlo. Queremos respuestas sin oración, paz sin mejorar nuestro carácter y dirección sin lectura de su Palabra. Anhelamos sentirlo pero no siempre estamos dispuestos a detenernos y mirar la “estrella” que él nos pone delante.
Hay un requisito para hallarlo y es PRIORIZAR LO ETERNO sobre lo que puede esperar, sólo así reconocerás que no hay mayor tesoro que acercarse a él.
Que estos días decembrinos te den claridad para que puedas elegir sin temor a equivocarte.
Ora conmigo:
Señor, buscarte es maravilloso porque tú te dejas encontrar por quienes lo hacen con un corazón sincero. Seguiré avanzando para que tu luz siempre me guíe. En el nombre de tu Hijo. Amén.

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