Estamos viviendo tiempos tan difíciles que las noticias de violencia y desesperanza parecen llenar cada rincón de nuestra nación.
Unos se quejan, otros se rinden, muchos pierden la fe y dicen: "aquí nada cambiará ".
Pero Dios dijo:
2 Crónicas 7:14 "si mi pueblo, sobre el cual se invoca mi nombre, se humilla y ora, y busca mi rostro, y se aparta de sus malos caminos, yo lo escucharé desde los cielos, perdonaré sus pecados y sanaré su tierra"
Está más que claro, si su pueblo se humilla, ora, busca su rostro y se aparta del mal, él responderá.
No podemos esperar transformación alguna si primero no hay un cambio radical en nuestros corazones. Tampoco podemos exigir justicia si somos incapaces de cumplir con ella.
El cambio no comienza en las calles, sino de rodillas, clamando por nuestra nación y esta no es una responsabilidad espiritual de un grupo, ¡no y no...! el compromiso es de todos.
¿Te duele lo que ocurre en el país?
Entonces ora.
¿Te indigna la corrupción, la crueldad y el atropello?
Entonces clama. Dios no está sordo ni ciego. Él ve y escucha. Pero espera corazones quebrantados.
Permitir que el pecado siga sin control, no humillarnos ante Dios o volvemos apáticos, obstaculiza su obra transformadora en todos los aspectos de nuestra vida.
Ora conmigo:
Señor, levanta hombres y mujeres que oren, que intercedan por este país. Trae un despertar espiritual. Que no nos acostumbremos al mal ni nos rindamos ante la oscuridad. Aviva la esperanza y danos el valor para ser parte del cambio. Que mi voz sea usada no para quejarme, sino para interceder. Sana nuestra tierra. Renueva nuestra fe. Que cada calle, cada hogar, cada rincón de esta nación sea tocado por tu Presencia. En el nombre de tu Hijo. Amén.
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