Leamos en el nombre de Jesús:
Salmos 16:1-2 "Cuídame, oh Dios, porque en ti confío. Yo declaro, Señor, que tú eres mi dueño; que sin ti no tengo ningún bien"
Este Salmos, nos invita a confiar plenamente en Dios, a resguardar nuestra alma en su amor y a reconocer que nada de lo que tenemos o anhelamos puede compararse con la bendición de contar con su Presencia.
Problemas y tribulaciones tenemos todos, eso nunca va a faltar, pero si nos alejamos de él, olvidaremos que sus promesas son el ancla que nos recuerdan que su misericordia nunca falla.
No se trata de ignorar el dolor o de vivir en negación, sino de encontrar en cada experiencia difícil la oportunidad de aferrarnos a la esperanza y a la certeza de que él tiene un propósito mayor para nuestras vidas.
Seamos inteligentes, aún cuando el camino se torne rocoso y la tormenta ruja sin cesar, recordemos que su luz es la única que nos guía al refugio seguro.
Renueva tu confianza en él y permite que su amor transforme cada lágrima en una semilla de paz y confianza.
Ora conmigo:
Padre amado, enséñame a ver más allá de los problemas, reconociendo que en cada situación hay una oportunidad para experimentar tu milagrosa intervención. Dame el valor para enfrentar cada desafío y la sabiduría para discernir tu voluntad. En el nombre de tu Hijo. Amén.

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