En las Sagradas Escrituras aparece un pasaje que, aunque a primera vista puede parecer contradictorio, contiene una profunda lección para cada uno de nosotros.
Leamos:
Marcos 6:5-6 "En efecto, no pudo hacer allí ningún milagro, excepto sanar a unos pocos enfermos al imponerles las manos. ▪︎ Y él se quedó asombrado por la falta de fe de ellos"
Esto sucedió cuando Jesús regresó a su pueblo natal, tú y yo sabemos que Jesús tiene el poder absoluto para hacer cualquier cosa, pero aquí, en su propio hogar, se encuentra limitado y la respuesta está en la incredulidad de la gente.
Ellos lo conocían desde su niñez, lo veían como el hijo del carpintero y no podían concebir que él fuera algo más que eso. El escepticismo y la desconfianza de las personas les impidió experimentar el poder de Dios de manera plena.
Igual pasa hoy en día, quizás él quiere obrar en tu vida de manera poderosa, pero tu corazón aún está lleno de temor y sigues preguntándote si realmente él puede cambiar tu situación.
De ti depende dejar de lado el recelo y si no lo sabes, te lo diré, nuestra disposición a creer es la clave para experimentar su poder en nuestras vidas.
No te conformes con ver un milagro a medias, como los pocos enfermos que sanaron; abre tu corazón y permite que su poder se mueva a plenitud.
Ora conmigo:
Señor, al igual que las personas de tu pueblo, hay momentos en los que me domina la duda aunque se que tú puedes hacer lo imposible. Perdóname por las veces que he mirado las circunstancias y he dejado que mi fe se derrumbe. Fortaleceme en tu nombre. Amén.
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