En un mundo donde nos dicen que valemos por lo que tenemos, por lo que logramos o por lo que los demás opinan, Dios nos recuerda algo mucho más importante: "No somos la etiqueta que otros han puesto sobre nuestra espalda", ¡tenemos identidad y la tenemos en él...!
Escrito está:
1 Juan 3:1 "Miren cuánto nos ama el Padre, que nos ha concedido ser llamados hijos de Dios. Y lo somos. El mundo no nos conoce, porque no lo conoció a él"
Tal vez vienes de un hogar disfuncional que dejó en ti heridas dolientes. Pero nuestro Padre celestial no es como los humanos. Él no abandona, no olvida, no castiga por rencor. Él disciplina con ternura, ama con perfección y restaura con misericordia.
Cuando entiendes que eres su hijo, empiezas a caminar diferente. Ya no vives con miedo, no ruegas ni te conformas con migajas. El que es hijo de Dios, sabe que tiene herencia, que tiene propósito y que tiene acceso directo a su corazón.
Ora conmigo:
Padre, ¡que maravilloso es poder llamarte así. Gracias porque me has hecho tu hija, no por méritos propios, sino por tu inmenso amor. Quiero caminar con la frente en alto, sabiendo que me respaldas, me guías y me amas incondicionalmente. En el nombre deCtu Hijo. Amén.
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