"No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos"
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Hoy en día son unos cuantos los que hablan en nombre de Dios, pero sus obras y acciones dejan mucho que desear, son personas dañadas, su vida es una completa mentira, buscan conducir a otros a la salvación estando ellos sumergidos en el mundo de la perdición.
La Palabra no miente, leamos:
Mateo 7:20 "Así que, por sus frutos los conoceréis"
Toda predicación debe ir acompañada de la vida transformada de quien la imparte. Su proceder, discernimiento y obras deben estar en completa armonía con los principios bíblicos, además no solo los dones definen a un servidor de Cristo, también sus frutos.
Hacer un hábito y adentrarnos con detenimiento en el estudio de las Sagradas Escrituras, nos ayudará a reconocer a los falsos líderes, pero el maligno no quiere que mostremos este tipo de conducta. Él inyecta desánimo en el corazón de los débiles y disfruta al tener éxito arrastrándo a todo el que pueda a la oscuridad del mundo.
El triunfar depende de que tan fuerte sea el deseo que tengamos de vivir como el Padre y el Hijo desean que vivamos.
No te desanimes, tal vez no entiendas todo lo que leas, persiste, que poco a poco tendrás el discernimiento adecuado para descubrir las doctrinas fraudulentas y permanecer en la luz.
!El Espíritu Santo será tu guía, Él te otorgará sabiduría...!
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