Todos pasamos por momentos de tristeza y sacar a flote a través de las lágrimas lo que nos corroe el alma no es malo.
Jesús lo hizo cuando le dijeron que Lázaro, uno de sus amigos, había muerto.
Juan 11:35 "Jesús lloró"
Cuando un ser querido o una persona a la que queremos parte de este mundo, la aflicción nos abraza sin contemplación alguna, es natural que esto suceda, somos seres humanos y esos percances nos quiebran, pero es necesario tener presente que no somos dueños de nuestro tiempo, no escogemos el momento de nacer, tampoco el de morir y muchas de las circunstancias que nos llegan entre esos dos eventos nos toman por sorpresa.
Dios tiene todo bajo control, él sabe cuántos años estaremos sobre la Tierra, además, tiene un propósito con cada uno de nosotros por eso las piezas del rompecabezas de nuestra vida, son colocadas de acuerdo con sus designios.
Eclesiastés 3:1-2 "Todo tiene su tiempo, y todo lo que se quiere debajo del cielo tiene su hora. ▪ Tiempo de nacer, y tiempo de morir; tiempo de plantar, y tiempo de arrancar lo plantado"
Su Palabra es clara, en la vida tendremos momentos de gozo pero también de angustia.
Expresar lo que sentimos en los momentos de dolor, es necesario, sin embargo, no debemos permitir que la desilusión se adueñe de nuestra vida.
Buscar consuelo en el Señor es dejar que él se encargue de enjugar nuestras lágrimas, consolar nuestro corazón y volver a poner una sonrisa en nuestros labios.
Intentemos permanecer bajo sus preceptos, solo así le daremos paso a quien todo lo puede para que haga morada en nuestro corazón y su Espíritu nos capacite en cuanto a los eventos que inevitablemente en algún momento tendremos que enfrentar.
Salmos 116:15 "Estimada es en los ojos del SEÑOR la muerte de sus fieles"

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