La diferencia entre una prueba y una tentación se relaciona con la forma en que Dios y el enemigo trabajan en nuestras vidas.
En términos simples, las pruebas son permitidas por quien todo lo puede para fortalecer nuestra fe, mientras que las tentaciones son intentos del enemigo para hacernos caer y alejarnos de él.
Una prueba es una situación difícil a la cual debemos enfrentarnos y servirá para nuestro crecimiento espiritual porque a través de ella tenemos la oportunidad de poner de manifiesto la paciencia y la confianza.
Leamos en el nombre de Cristo:
Santiago 1:2-4 "Hermanos míos, considérense muy dichosos cuando tengan que enfrentarse con diversas pruebas, ▪ pues ya saben que la prueba de su fe produce perseverancia. ▪ Y la perseverancia debe llevar a feliz término la obra, para que sean perfectos e íntegros sin que les falte nada"
En cambio, las tentaciones se refieren a un deseo de hacer algo que va en contra de lo sagrado. Ellas surgen de nuestras propias debilidades, del mundo que nos rodea y la influencia del enemigo. Ese que te acabo de nombrar, se las ingenia para llevarnos al pecado.
Santiago 1:14-15 "Al contrario, cada uno es tentado cuando se deja llevar y seducir por sus propios malos deseos. ▪ El fruto de estos malos deseos, una vez concebidos, es el pecado; y el fruto del pecado, una vez cometido, es la muerte"
Este versículo sugiere que la tentación se inicia por nuestros propios deseos. Somos seres humanos, poseemos libre albedrío y aunque Dios nos ofrece una salida, somos responsables de nuestras propias decisiones.
La lucha entre el placer y la voluntad de resistir es algo que todos enfrentamos pero al final del día, cada quien debe decidir entre seguir sus deseos o elegir lo que es correcto a la luz de la enseñanza divina.
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