Si has sido víctima de situaciones que nunca esperaste, no te desesperes porque en medio de ese desaliento el enemigo te susurra: “Perdiste, no hay esperanza para ti".
En lugar de rendirte y caer en sus garras, fortalece tu vida, busca dirección en Dios y recuerda que lo que parecía perdido puede ser restaurado y lo que parecía imposible puede ser alcanzado. Así que, levántate, porque en Cristo hay victoria.
Salmos 118:25 "Señor, ¡te ruego que vengas a salvarnos! ¡Te ruego que nos concedas la victoria!
Ora conmigo:
Padre, he sentido el peso de la angustia y he perdido las fuerzas, por eso acudo a ti, para que mi fe no pueda ser quebrantada por las circunstancias. Dame la valentía para luchar. Renueva mi confianza porque en ti todo es posible. En el nombre e tu Hijo. Amén.

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