Vivimos en un mundo lleno de inquietud y desasosiego donde muchas personas son presas de la duda, caminan a ciegas, sin esperanza alguna y sin saber que pasos dar.
Esto puede ser un desafío en el camino de la fe, sin embargo, debemos recordar que Dios es una fuente constante de luz y en él siempre encontraremos claridad.
Leamos su Palabra:
Mateo 5:14(a) “Ustedes son la luz del mundo”
Y una vida transformada por su amor, tiene el poder de reflejar ese resplandor.
Su luz tiene la capacidad de disipar las sombras del miedo y traer optimismo a los corazones abatidos.
Cada acto de amor, cada palabra de aliento y cada petición sincera, son destellos que iluminan la senda de alguien que lo necesita.
El desafío es no permitir que ese fulgor se apague cuando las circunstancias se complican y las tormentas nublan la visión.
Si te sientes tentado a rendirte, recuerda que tu brillo no depende de tu fuerza, sino de la presencia constante del Espíritu Santo en tu vida.
¡Permite que esa llama arda con fuerza y alumbre hacia adelante, porque él tiene planes de bien y un futuro de esperanza para ti y para quienes te rodean...!
Ora conmigo:
Señor, ilumina mis pasos, dame claridad cuando me sienta perdida, renueva mis fuerzas cuando me falten y permite que mi testimonio inspire a otros a buscar tu rostro. En el nombre de tu Hijo. Amén.

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