En los momentos difíciles, es fácil sentirse desesperado y perder la cordura, pero si actuamos como el rey David, jamás olvidaremos que Dios no nos abandona.
Clamemos con fe que él nos sacará del atolladero y nos dará la victoria.
Salmos 57:10 "Yo, Señor, te alabaré entre los pueblos; te cantaré salmos entre las naciones, pues tu bondad es grande como los cielos; ¡hasta las nubes llega tu verdad!"
Ora conmigo:
Padre misericordioso, si tú estás conmigo no tengo porque temer. En el nombre de tu Hijo. Amén.

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