Jesús dijo que un hombre salió a sembrar y la semilla se dispersó en distintos terrenos, en función de lo cual morirá o dará frutos.
La biblia reseña este relato con el título: "La Parábola del Sembrador"
Leamos los versículos para entender:
Mateo 13:4-9 "Mientras iba esparciendo las semillas, una parte cayó junto al camino, llegaron los pájaros y se las comieron. ▪Otra parte cayó en terreno pedregoso, sin mucha tierra. Esas semillas brotaron pronto porque la tierra no era profunda; ▪pero cuando salió el sol, las plantas se marchitaron y por no tener raíz se secaron. ▪Otra parte de las semillas cayó entre espinos que, al crecer, ahogaron las plantas. ▪Pero las otras semillas cayeron en buen terreno, en el que se dio una cosecha que rindió hasta cien, sesenta y treinta veces más de lo que se había sembrado. ▪El que tenga oídos, que oiga"
El mensaje es claro, Dios es generoso sembrando, pero los frutos de su siembra dependen de nuestro libre albedrío porque la buena tierra es nuestro corazón y cada quien decide si ese grano brota, se desarrolla, se reproduce y brilla como la luz.
Hay personas que no escuchan, no razonan, están ciegas, lo de ellos es el disfrute y los placeres mundanos. Por mucho que se les oriente se niegan a ser mejores. En cambio, otras acogen con amor la semilla y la hacen florecer.
¿Sabes por qué, en la biblia se lee que el camino de la salvación es estrecho y angosto?
Sencillamente porque lo que mucho vale, mucho cuesta. Nada se consigue sin esfuerzo y si no echas raíces no soportarás las tormentas ni lograrás dejar de lado lo que le es de desagrado al Señor.
Mateo 7:14 "Pero estrecha es la puerta y angosto el camino que lleva a la vida, y pocos son los que la encuentran"
Ora conmigo:
Señor, se que tu Palabra corre el riesgo de permanecer estéril, te pido humildemente me prepares a través de tu Espíritu para dar frutos y dar testimonio de tu grandeza. Oro en el poderoso nombre de tu Hijo. Amén.
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